martes, 23 de abril de 2013

Mi derrotero recurrente

He visto las huestes del Hades
Transitando caminos conocidos.
Me han pasado por al lado, sin verme,
Y yo silbando bajito.
He sentido un viento gélido en mi rostro
Mientras caminaba hacia el río,
Y mi piel, cada vez más pálida,
No se ha erizado.
He olfateado la fetidez de la ciudad
Mezclado con el aroma de los hogares.
Y mi reflejo en las ventanas cálidas
Me ha devuelto una mirada turbia.
Una vista panorámica de la ciudad
Se invierte, se distorsiona.
Todo cae en un torbellino abrupto.
Ya no conservo mis pasos
Y no encuentro el lugar de mis pies.
Floto a la deriva, como la basura derramada.
Como un papel desechado.
Me busco en un lugar incierto,
Intento volver sobre mis pasos,
Pero ya es tarde.
El viento lo ha borrado todo.
Una nube de polvo se eleva,
La tierra se mete en mis ojos,
En mis pulmones,
Me penetra por cada orificio.
Y aún así, me siento volátil,
Liviana, frágil.
Soy dubitativa.
Soy inconsistente.
Soy débil.
Soy sincera.
Soy inútil.
Soy simple.
Mis razonamientos son simples.
Mis pensamientos son inútiles.
No vale la pena. Hoy.
Soy todos los yo que me miran.
Hoy. Soy todos ellos, menos yo.
Yo estoy ciega. Hoy.